Tras un mito llamado Che Guevara

Desde el pasado viernes 5 de octubre y por el lapso de los cinco siguientes días, los doce hoteles del pequeño municipio boliviano de Vallegrande quedaron repletos de turistas.
No era para poco. Varias personas de distintos lugares del planeta acudieron a Vallegrande con una puntualidad pocas veces antes vista. No querían perderse para nada el cuadragésimo aniversario del asesinato de Ernesto “Che” Guevara, el guerrillero argentino-cubano más recordado de todos los tiempos.Muchos de quienes llegaron a Vallegrande no sabían con exactitud por qué Che Guevara había muerto en Bolivia. Y las distintas respuestas que motivan esta pregunta han encendido, con el paso de los años, encontrados debates sobre su figura y sus objetivos.“Vino a matar gente”, dicen sus detractores. “Quiso hacer de Bolivia otra Cuba, pero no se lo permitieron”, añaden.En cambio, aquellos que comulgan con sus ideales –con el mismo tono– dicen que “el Che quiso que en Bolivia comience la resistencia latinoamericana ante el imperialismo” de Estados Unidos de Norteamérica.
Cara a cara con los ideales
El día en que el médico argentino Ernesto Guevara de la Serna se encontró de frente con los ideales comunistas que se habían germinado en su espíritu estalló en Guatemala un golpe de Estado. Era junio de 1954. Había llegado al país como parte de su aventura juvenil de recorrer América Latina “a dedo”. Y desde hace seis meses había estado buscando trabajo sin ningún éxito. Se inscribió entonces en las brigadas de sanidad y se había unido a los grupos juveniles comunistas que patrullaban la ciudad.En Guatemala conoció a un grupo de exiliados cubanos que habían participado, el 26 de julio de 1953, en la toma del Cuartel Moncada, bajo las instrucciones del joven Fidel Castro, en franca resistencia al régimen dictador de Fulgencio Batista, presidente de Cuba.Entre estos exiliados se encontraba Antonio “Ñico” López, quien tiempo después habría de bautizar y para siempre a Ernesto Guevara con el mote de Che; palabra que la utilizan los argentinos para convocar al interlocutor.
Médico y comandante de la Revolución
La experiencia guatemalteca le había permitido comprender a Che Guevara “que era indispensable depurar del ejército de potenciales golpistas”. Éstos, en los momentos decisivos, eran capaces de desconocer a quien le deben obediencia y, por consiguiente, caían rendidos ante el poder.Luego se trasladó a México, donde un año más tarde conoció a Raúl Castro, actual presidente en funciones de Cuba en reemplazo de su hermano Fidel. Poco después, Che Guevara y Fidel Castro estrecharían sus manos en alianza: Guevara sería el médico del Movimiento guerrillero 26 de Julio cuyo fin no era otro que derrocar a Batista. Desde aquella vez se había convertido en otro cubano más.La participación de Che Guevara durante la revolución cubana lo convirtió en “jefe militar y político al grado de comandante guerrillero”: experto para sobrevivir bajo condiciones de alto riesgo; hábil para ocultar su asma; preparado para enfrentarse con la naturaleza; instruido para pensar que la lectura es casi como el pan; y disciplinado para infundir el buen ejemplo en los demás. Era un líder auténtico. Impartía órdenes sin ningún problema.Esa fuerza interior, que según él fluía por su sangre, le concedía la inequívoca ventaja de influirla en los demás. Para decirlo en una sola palabra: compromiso con el ideal hasta la muerte si es preciso. Derrotar al enemigo común que no deja que los pueblos caminen hacia delante; ese enemigo que impide reformas sociales que proponían los gobiernos de tendencia izquierdista, puesto que afectaría sus intereses.He ahí, para ellos, el argumento irrebatible de encender en toda América Latina una revolución con qué hacer frente a ese poder.
A Bolivia
Con ese compromiso a cuestas, y con la venia de Fidel Castro, Che Guevara –que renunció a todos sus cargos públicos en Cuba– llegó a Bolivia el 3 de noviembre de 1966 como el economista uruguayo Adolfo Mena Gonzáles. La estrategia consistía en propagar focos guerrilleros en el corazón de Sudamérica. Después el efecto podría multiplicarse en Chile, Perú, Brasil, Argentina y Paraguay.Para que este objetivo se cumpla a cabalidad, Che Guevara se instaló en una región montañosa colindante con la selva, justo a orillas del río Ñancahuazú, al sudeste del país. Se habían preparado para esta contienda 53 personas, pero Che combatió sólo con 44 guerrilleros; entre ellos, Tania, una argentino-alemana, encargada de establecer contactos entre las ciudades, pero que terminaría muriendo en combate.El 7 de noviembre de ese mismo año comenzó a escribir su célebre diario en el que registra paso a paso todas las victorias y derrotas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), nombre con que bautizaron a este foco guerrillero.La campaña guerrillera fracasó –entre otras cosas– porque no contó con el apoyo del Partido Comunista de Bolivia. Además, los diarios de Bolivia dicen estos días que tampoco hubo un análisis estratégico del lugar donde la guerrilla comenzó: sudeste del país, justo donde terminan las últimas montañas de la Cordillera de los Andes en la región del Gran Chaco, “en un área indígena correspondiente a la cultura guaraní”.Para desgracia del ELN, dos desertores cayeron detenidos el 11 de marzo de 1967 y pusieron en alerta al gobierno del entonces general René Barrientos Ortuño, presidente de Bolivia.Barrientos ordenó a las Fuerzas Armadas capturar a Che Guevara. Doce días más tarde, el Ejército boliviano tuvo su primer enfrentamiento con el ELN. Había comenzado del fin de la guerrilla.
No disparen, soy el Che
Durante los siguientes once meses, los enfrentamientos se dieron en la región sudeste del país, ubicada en el departamento boliviano de Santa Cruz, hasta que el 8 de octubre de 1967, Che Guevara cayó herido de una pierna en un lugar del monte llamado “La Quebrada del Churo”.—¡No disparen! Soy el Che Guevara —les dijo a los soldados del ejército que lo habían acorralado.Con las manos atadas, lo llevaron en calidad de detenido a la única escuelita de La Higuera, un pueblo cercano, de casas de barro, donde todavía no hay luz eléctrica.Al mediodía del 9 de octubre, el suboficial Mario Terán, bajo órdenes superiores, entró a la escuelita. Encontró al guerrillero sentado en el suelo de tierra y apoyado sobre una de las paredes de barro.Terán invadido por la incertidumbre, dudó en disparar.—¡Póngase sereno, soldado! —le gritó Che a Terán—. Y apunte bien. ¡Va a matar a un hombre!El suboficial se encontró de frente con el guerrillero. Lo vio “grande, muy grande”, según recordaría años después. Contó que los ojos de Ernesto Guevara “brillaban intensamente”. Sintió un mareo y, entonces retrocedió un paso hasta el umbral de la puerta de la escuelita. Cerró los ojos y disparó la primera ráfaga.El guerrillero cayó al suelo. Las balas impactaron sus piernas. Empezó a perder sangre, mientras se contorsionaba de dolor. Terán recobró el ánimo y disparó la segunda ráfaga “que lo alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón”. Tenía prohibido dispararle en el rostro. Había terminado así la vida del guerrillero. Tenía 39 años.Una vez muerto, el cuerpo de Che Guevara fue puesto en una camilla, atado a la patilla de un helicóptero militar y trasladado hasta la lavandería del hospital Señor de Malta, de Vallegrande, un municipio pintoresco y caluroso, situado a 62 kilómetros de La Higuera.Mientras los periodistas tomaban fotos al cadáver del guerrillero en el hospital de Vallegrande, los militares dijeron que Che Guevara había muerto en combate. Pero veinte años más tarde, y luego de varias contradicciones militares, el general Arnaldo Saucedo Parada en su libro “No disparen soy el Che”, demostró que el guerrillero fue capturado y asesinado después a sangre fría. Saucedo publicó fotos de Ernesto Guevara preso, vivo y cuyo aspecto, según contó el general Gary Prado (ex embajador de México), inspiran lástima, pena.Prado, con el grado de capitán, comandó en 1967 el batallón Ranger que capturó a Che Guevara en la quebrada del Churo.
Homenajes
Desde aquel 9 de octubre de 1967, la prensa internacional –colaborada por las Fuerzas Armadas de Bolivia– convirtió a la figura legendaria del guerrillero en el mito que es ahora. Un mito que ha sembrado (a lo largo de 40 años) pasiones, rencores y encendidos debates en torno a él y a su ideología.Así, tras las huellas de ese mito, muchas personas se congregaron en Vallegrande desde este 5 de octubre para recordar el asesinato de Ernesto “Che” Guevara con música, teatro, mesas de reflexión, ferias artesanales, muestras fotográficas, presentaciones de libros, campeonatos de fútbol y homenajes religiosos.Muchos turistas lograron conocer la Ruta del Che, un proyecto boliviano a punto de convertirse en un atractivo turístico para quienes se interesen no sólo por el hombre y su pensamiento, sino también aquellos lugares donde alguna vez Che Guevara caminó en pos de un objetivo que, como se dijo antes, motiva encendidos debates.En la plaza de armas de Vallegrande, llamada “26 de Enero”, se encuentra el Museo Municipal Ruta del Che Guevara, donde se puede contemplar “de cerca” pedazos de la historia de este foco guerrillero. También se puede visitar dos fosas comunes donde los militares habían enterrado a 20 guerrilleros que se enfrentaron con el ejército boliviano en 1967, incluido Che Guevara.Ambas fosas se encuentran a diez calles de distancia de la plaza de Armas de Vallegrande. En la primera, cerca del Rotary Club, se pueden observar la lápida de Haydeé Tamara Bunke, la guerrillera conocida como “Tania” y las de doce guerrilleros. En la otra fosa, que se encuentra entre el cementerio y el aeropuerto, se encuentra un mausoleo donde yace la memoria de siete combatientes; entre ellos, Che Guevara.
Un artículo de venta
Atrás parecen haber quedado las ideas rojas que forjaron al guerrillero argentino-cubano cuando, junto a su amigo Alberto Granado, había concebido en el alma la peregrina idea de viajar en motocicleta desde Argentina hasta Venezuela.Dos años más tarde, en 1952, y bajo las mismas condiciones, el joven Ernesto Guevara de la Serna, a punto de cumplir 24 años, emprendió un segundo viaje por América Latina.Esta experiencia le permitió comprender para siempre “que la división de América en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia. Constituimos una sola raza mestiza, que desde México hasta el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas”.Hoy, con excepción de Cuba, todo parece indicar que la imagen de Che Guevara es más asociada con artículos de venta que con ideas revolucionarias. Más es presa inevitable del comercio que convirtió su rostro en un artículo de venta.
0 comentarios